febrero 02, 2011

Hay veces en que un actor debe salir a escena y protagonizar un papel cómico aunque su alma albergue pena.
Hay horas en las que la vida transcurre y no hay hechos que sobresalgan y nos hagan sentir felices ni tristes… Simplemente estamos ahí.
Hay momentos en los que llevamos una máscara porque somos tan sensibles y vulnerables que debemos protegernos para que no nos dañen.
Pero llega un día en que el actor se da cuenta que actuando se siente mejor, más productivo. Y es asi como su pena se olvida. El que no encuentra un hecho que sobresalga, sin querer, se sumerge en su actividad diaria y al tomar conciencia se da cuenta de que él le pone el sentido a las horas.
La emoción está dentro y no fuera.
También llega el momento en el que las máscaras desaparecen porque cargar con ellas es más pesado. Y de repente, sin ese velo que nos tapaba podemos mostrar las cosas verdaderas, llenas de sentimientos reales.
Que por cierto, no son nada débiles, sino lo más poderoso que tenemos.
No le debemos a nadie la obligación de ser felices, es un derecho natural por existir.
Cada año, cada día, cada hora, cada minuto… nace tu oportunidad para ser la persona que querés ser, para cambiar eso que no te gusta y concentrarte en lo que sí.

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