octubre 17, 2011

Para mi amigo, Nachito.

-Fue el día en que te dije que me encantaba cómo les quedaba el pantalón blanco a los chicos, y al rato me invitaste a tu cumple, y tenías un chupín blanco,que de hecho fue ahí, donde todo comenzó.
-No, fue esa vez en que hablábamos y me dijiste que tenía 20... tenía 14, amigacha... catorce.
Y cerré tus ojos con mi mano, y en silencio te dije que escucharas con atención. Fue hace como cuatro años, y muy bien lo recuerdo, vos sentado en el escenario cerca del púlpito con la mirada agacha, llegué y me regalaste una flor. No comprendí el significado de tu reacción en ese momento, pero te confieso, el prejuicio se adueñó de mi en un segundo. Vos, una especie de Ken de 20 años, morocho, serio y con cara de cansancio. Yo, tan sincera y desequilibrada a la vez. Nos miramos un momento.
Sentí la flor que pusiste en mi mano en ese momento y pensé que no podía pensar. No me conocías ni yo a vos, sin embargo tenía que compartirte a todos mis amigos anda a saber desde cuándo. Bueno, era una especie de unión.
Largas, larguísimas charlas, encuentros, risas, campamentos... peleas. No entendía, realmente no comprendía qué me atraía hacia vos, era como si todo esa compañía que alguna vez me ofreciste junto con la flor se convirtiera en algo esencial en mi vida. Luego todo se volvía un poco raro. De hecho, muy raro.
Y si te gustaba esa especie de nenita que no le temía a herirte a hachazos con su transparencia, mi culpa no era... yo sólo quería seguir sintiendo que contaba con vos, con tu presencia y con tu cariño aún.
Esa nenita no comprendía que lo que sentía por el Ken de 20 años, que de repente resultó tener 14, era cariño. Cariño por alguien que encontró de repente por medio de sus amigos y que se hizo presente en todos los aspectos de su vida, incluso de sus alegrías y aún de sus tristezas.
Ahora bien, el Ken no supo interpretarla o la nenita era muy injusta.
La segunda, me dijiste, la segunda opción, te repetí.
Más campamentos, momentos, tristezas, caras largas, risas, abrazos...
¿Cómo sería decirle la verdad y largar el papel de calesita que le quedaba bien a la Nena?
La mejor opción, comentaste. Sh, te callé, y abriste los ojos.
Era mirarnos, era vernos y querernos de repente un poco más.
Sonreíste, y dijiste que para caras largas tuvimos bastante, ya todo eso es sólo nuestra sombra que nos acompaña, y que hoy somos esto, que te encanta que hayamos llegado hasta acá, que jamás lo imaginaste pero que ahora compartimos muchos aspectos, y que no hay nada igual que haberme encontrado.
No recuerdo muy bien lo que se me pasó por la cabeza en ese momento, pero creo que todo era una imagen de esas que vienen en forma de recuerdos... Ken entregando una flor a la nenita... Creo que esa flor hizo referencia a una amistad tan particular como la nuestra, en la que ninguno es alguien sin alguno.

Tequierotanto.

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