octubre 12, 2011

Écrire.

Muchos dicen que se escribe cuando hay un problema, un conflicto... Bien o mal, se escribe si hay algo que se quiere transmitir. Algo irrelevante, importante, sabio o ignorante... algo con sabor. Finalmente lo que se quiera transmitir y lo que se transmite termina siendo totalmente diferente. La esencia de lo que se escribe no está en lo que se lee, sino en lo mucho que uno tiene dentro de sí para querer transmitirlo. La significación del lector para con lo que lee es inversamente proporcional a la eficacia de su puntería para entender lo que el escritor desea transmitir realmente.
Suelo escribir todo lo que necesito decir y no digo en voz alta, ni siquiera en mi mente con la voz de mi interior. Siempre que esa voz me hable entenderé lo que ella me quiere transmitir, pero lo que yo siento realmente es otra cosa. Simplemente la voz quiere que entienda algo que en esencia no es realmente como ella me lo dice.
Es un Yo mentiroso.
A veces, ni yo sé explicar lo que escribo. Simplemente son las palabras y ya. No hay explicaciones para lo que quiero que signifiquen mis palabras: el límite es el papel y la lapicera. No hay palabras sueltas en voz alta intentando borronear el sentido de lo que escribo.

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