agosto 28, 2011

Pase lo que pase, no dejemos de ser.

 En la tapa de la revista OHLALÁ!, del mes de agosto del 2011, se encuentran alrededor de la foto de una actriz (Mónica Antonópulos), una serie de citas y frases en forma de índice, que tienen como objetivo principal lograr una adhesión de la atención femenina y un posterior consumo: "Especial, Día del niño, festejá.", "Moda primavera: lo que se viene.", y lo más llamativo, especialmente para mí: "¡Uff! Me divorcié a los 30." Esta última cita me remite a tantas cosas que se relacionan a su vez entre sí, y que puedo expresar en una frase como "las mujeres son únicamente libres en su condición junto con el hombre."
 Barthes en Novelas y niños, Mitologías, habla sobre la revista Elle como un mundo en el que la mujer es libre y puramente femenina, pero siempre dependiendo del destino que se le asigna desde la moral jesuita: "Sean atrevidas, libres; jueguen a ser hombre... pero jamás se alejen de su lado; vivan bajo su mirada, con sus niños compensen sus novelas." La mujer no debe olvidar su misión, la de crear niños y su orden propio a condición de que dependa del orden del hombre. Es decir, la mujer no es sino algo que constituye con el hombre. Está para tener hijos, criarlos y hacer novelas con ellos. "... niños y novelas parecen venir tan solos unos como las otras, pertenecer sólo a la madre; [...] todos son fruto de la imaginación y de ensueño, productos milagrosos de una partenogénesis ideal que daría a la mujer, en un acto, las alegrías y goces balzacianos de la creación y las tiernas alegrías de la maternidad." Ahora bien, en todo este mundo que concibe la revista Elle, el hombre se presenta como una especie de autoridad, como un horizonte: esta en todo y en nada, está al rededor, en todas partes, presiona y hace existir. Es la ausencia creadora, como el dios racineano, desde la eternidad. En Elle, el universo femenino es igual al gineceo: dentro de ellos, las mujeres son libres, puras, hacen lo que desean, pero siempre recuerdan que el hombre existe y que su destino depende de ellos, de su naturaleza como dogma moral que no les permite dejar de hacer niños. Según Barthes, Elle se contradice en todo momento, ya que les impone a las mujeres que valen tanto como los hombres, y a los hombres que nunca dejarán de tener a su mujer. Claramente esta concepción de la vida de la mujer es realmente machista, ¿por qué debe una mujer dedicarse sí o sí principalmente a tener hijos y un esposo, y no puede poner como prioridad su libertad como persona pensante y libre de dedicar su vida a lo que desea? ¿Qué hay si una mujer no desea tener hijos? ¿Y si quiere dedicar su vida a viajar por el mundo e investigar lo que desea? ¿Por qué el hombre puede ser la autoridad independiente y tener asegurada una mujer capaz de no dejar de lado su "destino"?
 Con respecto a la frase que me llamó la atención, ("¡Uff! Me divorcié a los 30"), me remite principalmente a una mujer deprimida y frustrada por haberse divorciado a los 30, tan joven. Es algo que restó en su vida, algo que hizo que se preguntara por qué no fue capaz de llevar a cabo una relación con un hombre más del tiempo estimado normal por la propia sociedad. ¿Por qué una mujer debe sentirse capaz teniendo un esposo o durando un determinado tiempo casada o en pareja? Existen un sinnúmero de oficios y especialidades y ocupaciones que puede tener una mujer; siendo soltera o casada o viuda, una mujer es capaz de ser valiosa y sabia centrándose en sus sueños y proyectos. ¿Por qué la sociedad machista tiene que imponerle a la mujer ser de una determinada manera para poder ser? Hay algo que nunca debemos dejar de lado y son los sueños que queremos alcanzar por más remotos y utópicos que sean, que van más allá del estado civil de cada mujer. Incluso de cada persona. No dejemos que el sistema de consumo nos hunda en su pervertido mundo de ambición y egoísmo.

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